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¿Salvar la Tierra resucitando mamuts? La estrategia para combatir el cambio climático

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En las aisladas tierras de Siberia no sólo se puede apreciar la terrible realidad del cambio climático, sino también ahí se ha encontrado una posible solución que se remonta a la historia del planeta antes de la civilización humana. Se trata de un proyecto que promete, algún día, traer de vuelta a los mamuts como parte de un esfuerzo para combatir al más retador de los desafíos modernos.

A las afueras del remoto pueblo de Chersky, los científicos Sergei y Nikita Zimov, padre e hijo, han perfeccionado su plan para combatir al cambio climático: el Parque Pleistoceno. Durante los pasados 33 años, ellos y sus mecenas han transformado lentamente el paisaje en un intento por restaurar la ecología local que existía en la época del Pleistoceno. Como resultado han logrado acondicionar un área de 160 kilómetros cuadrados, donde esperan imitar el ambiente que existió hace muchos años, según publica The Independent.

A unos 25 metros por debajo de la tierra los científicos han construido un laberinto de túneles y escaleras. Al bajar, Nikita explicó que el permafrost (la capa de suelo congelado en la regiones de tundra), puede tener un grosor de cientos de metros y abarca una cuarta parte del hemisferio norte. A pesar de su nombre, que sugiere permanencia, la realidad es que se derrite, dañando todo lo que se encuentra en su cima.

Ahí están enterrados los restos de cientos de animales y plantas, lo que podría transformarse en grandes cantidades de potenciales emisiones dañinas. La descomposición de la materia orgánica libera gases de efecto invernadero y el radio en que son emitidas sólo aumenta más la temperatura mundial.

Los Zimov han transportado bisontes, caballos, renos, cabras y otros hervíboros de todas partes del mundo, todos animales que alguna vez poblaron las áreas del norte. Su idea viene de una teoría surgida tras décadas de investigación que sugiere que la flora y fauna en la época del Pleistoceno alojaba un ecosistema más adecuado para preservar la temperatura del permafrost que la de los bosques que se encuentran ahí en la actualidad.

Capa aislante

Con la desaparición de los animales en esa zona, la nieve permaneció intacta, creando, paradójicamente, una capa aislante que protegía al terreno de las crudas temperaturas invernales, mientras ahora que el área no es compactada, el permafrost podría estarse derritiendo a un rango más veloz.

Desde hace algunos años los científicos trabajan en probar esta teoría. Su parque cuenta con alrededor de 150 animales, todos escogidos a propósito. Los resultados obtenidos hasta ahora han causado su entusiasmo: la tierra está reteniendo más carbono en los lugares en que habitan los animales. Incluso los pastizales están demostrando ser benéficos para el ambiente, los pálidos pastos reflejan la luz solar y sus raíces incrementan el almacenamiento de las emisiones. Principalmente, han encontrado que la temperatura del permafrost en esa área es 2.2 grados Celsius más fría que el promedio.

Sin embargo, introducir cabras y caballos no es plan final de los Zimov. Para regresar a su estado del Pleistoceno, con todas las ventajas en emociones que esto conlleva, su sueño es traer de vuelta al animal más representativo de ese ambiente: el mamut lanudo. Estas bestias “fueron los verdaderos ingenieros del permafrost”, explicaron los científicos. Su anatomía y peso los hace ideales para romper hielo, además de remover arbustos y árboles.

A fin de cumplir su objetivo, los científicos se pusieron en contacto con el genetista estadunidense George Church, profesor de la escuela médica de la Universidad Harvard, quien ya trabaja en una forma de recrear al mamut lanudo. Su labor ha logrado recaudar alrededor de 15 millones de dólares, de inversores del mundo. Sin embargo, en el mejor de los escenarios, tomaría hasta 16 años poder reproducir un mamut: cuatro años para definir el método, dos años para pulir los detalles y 10 para que el animal crezca hasta su edad reproductiva.

La principal técnica empleada es llamada “edición múltiplex”, en la que cientos de modificaciones de ADN son hechas simultáneamente, a fin de cambiar la arquitectura de los bloques de la vida. A diferencia de la fertilización in-vitro, en el caso de los mamuts los óvulos fertilizados serían desarrollados en vientres artificiales, con el propósito de incubar los embriones de elefantes, lo que ayudaría a proteger la ya en peligro población de elefantes asiáticos de la que el desarrollo partiría.

Los retos a los que los investigadores se enfrentan son colosales. Para lograr una diferencia significativa en el medio ambiente, Nikita considera que se necesitarían 3 millones de kilómetros cuadrados cubiertos, en gran parte extendiendo la actual operación en territorio ruso. De acuerdo con el científico, esa área de parque ayudaría a retener mil millones de toneladas de carbono al año, el equivalente a 10 por ciento de las emisiones actuales.

 

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