Matrix Resurrections es, como no podía ser de otra manera, algo difícil de entender. Al fin y al cabo, hablamos de la cuarta entrega de la saga Matrix. La franquicia de las hermanas Wachowski siempre ha asentado sus espectaculares escenas de acción, tanto de tiros como de artes marciales, sobre una base existencialista y filosófica acerca del libre albedrío y la digitalización del mundo.
La realidad es una secuela
Casi 20 años después de cerrar la saga con la muerte de Neo y Trinity y ese agridulce final con la tregua en la guerra contra las máquinas, la saga resucita. Pero lo importante de esta película es que hay que entenderla a varios nivelas, ya que la metanarrativa es más fuerte que nunca en la saga. Para empezar, tenemos que recordar que aunque para nosotros han pasado 18 años desde el final, en el mundo de Matrix han trascurrido 60 años. Sion, el bastión de la resistencia humana contra las máquinas, se ha trasformado en IO, una comunidad mucho más próspera, construida en tiempos de paz y con ayuda de las propias máquinas. Así es, porque lo primero que hay que comprender de Matrix 4 es algo que muchos ya no entendieron de Matrix 3, las máquinas son necesarias para la supervivencia de la humanidad tanto como la humanidad es necesaria para la supervivencia de las máquinas.
Muchas máquinas del mundo real y programas en red o de la Matrix se han convertido en aliados de la humanidad, ayudando a desarrollar el mundo que preside la General Niobe. Estamos, por tanto, en un mundo donde la humanidad sigue siendo cultivada cual semilla por las máquinas para obtener su energía, pero en el que la tregua con los seres humanos fuera de Matrix es valiosa, y en donde la mayoría de estos prefieren crecer en esa paz a seguir desafiando a las máquinas. También, y esto es importante, nos enteramos de que las máquinas han mantenido guerras entre ellas, que igual que hay aliadas de la humanidad, las que los esclavizan no son una facción uniforme. Debemos recordar que, como nosotros, tienen sus disputas y problemas, como la escasez de energía.
La Matrix es un reboot, pero no un remake
Esto, lo del mundo real de la ficción, es lo que forma parte de la película como secuela. Sin embargo, lo que atañe a Neo y Trinity es más digno de reboot. Cambiando ciertos parámetros, la película va cumpliendo, de forma tan descarada como admitida, los pasos míticos de la primera película: el despertar de Neo, la lucha contra los agentes, etc. Solo hay un punto donde la película se reescribe verdaderamente diferente, tiene que ver con Trinity y es precisamente el final que queremos analizar.
En la primera película seguíamos a Trinity y Morfeo en su lucha por despertar a Neo, un elegido augurado por el oráculo. Este despertaba todo su poder tras morir y liberar al Agente Smith cual virus en Matrix. La cinta original acababa, recordemos, con Neo volando por Matrix, un lugar donde es todopoderoso. También debemos recordar que Neo despertaba todo su poder tras ser asesinado a tiros por el Agente Smith, y que revivía tras ser besado por Trinity en el mundo real.
El amor entre Neo y Trinity era, también en la original, una fuente de poder para Neo. Sin embargo, Resurrections va mucho más allá. Para empezar justifica que las máquinas hayan revivido a Neo y Trinity asegurando que su unión es una fuente de poder más extraordinaria que la de miles de personas. Pero lo más importante que nos dicen es que por separado tal fuerza no existía, y que si los juntaban se desbordaba hasta ser incontrolable. Todo esto nos lo cuenta el personaje de Neil Patrick Harris, un psicólogo en Matrix que parece haber heredado tanto las funciones de organización del Arquitecto como las de empatía y reconocimiento de las anomalías del Oráculo. Pero también descubrimos su identidad en el mundo de las máquinas, ante él es ante quién Neo hizo ese trato, ese sacrificio al final de Matrix Revolutions.
Dado que la energía de Neo y Trinity es ahora capital para las máquinas, podemos entender que Niobe tema que el despertar de Neo pueda suponer una ruptura de la paz y provocar una nueva guerra contra las máquinas. Sin embargo, Neo es Neo, pero no es nada, tampoco el elegido, sin el amor de Trinity. Aquí tenemos la primera diferencia importante con respecto a las antiguas. El papel de Trinity era importante, pero solo como amante y enamorada de Neo, como escudera. En ningún momento salvo ese beso, un detalle que pareció más cursi que necesario, se le dio más importancia en cuanto al papel de Neo como elegido. Aquí la cosa cambia y el último tercio de la película se basa en el rescate de Trinity por parte de Neo.
Matrix 4 y el poder del amor
Solo cuando están juntos, cuando consiguen darse la mano en el principio de esa secuencia final, su poder estalla del todo. Quizás el principal cambio de este reboot/ secuela sea ese momento en el que la pareja salta intentando volar y Neo no lo logra, pero sí Trinity. Aunque Trinity era muy hábil en la trilogía original nunca rozó los poderes de Neo, y mucho menos el vuelo. Aquí es su despertar, el de Trinity y no el de Neo, el que supone la verdadera anomalía de Matrix.
Ambos, juntos y todopoderosos, acuden después a ver a un psicólogo rendido que les ofrece un acuerdo que ellos rechazan de inmediato. Al menos en Matrix, pueden hacer lo que quieran y esta vez no van a parar hasta cambiar por completo el mundo. Igual que despedíamos la película original con Neo volando, ahora son ambos los que vuelan cual Superman y Capitana Marvel, a su antojo, por Matrix.
¿Matrix 5?
Nos quedan muchas preguntas, y la mayoría de ellas dependen de si este reinicio va a volver a dar de sí para un trilogía. Posiblemente dependa de la taquilla. Sin embargo, si eso ocurre, lo que tenemos que recordar son los cambios. Aunque Matrix Resurrections repite el proceso de la primera entrega y acaba casi igual, son las variantes lo que importa. Neo, como único elegido, fue capaz de lograr la paz mediante su sacrificio, pero aunque aseguró la supervivencia de la humanidad, mantuvo el status quo del mundo apocalíptico en el que se sitúa la serie. Ahora, con Neo y Trinity, ambos como elegidos, con su amor, su conjunto, su pareja, su unión como verdadera anomalía, la cosa podría ser distinta.
Por un lado tenemos a las máquinas dividida y a una nación humana mucho más fuerte, tecnológica y ayudada por máquinas, partidarias de no esclavizar a los humanos. Por el otro, por el lado de Matrix, tenemos a una pareja de anomalías más fuertes que nunca, capaces de implosionar de verdad esa realidad construida por las máquinas. Ahora, al menos si Lana Wachowski y Warner deciden continuar con esta «segunda oportunidad», Matrix se podría acercar a un final más feliz, o al menos más definitivo, que el discutido desenlace agridulce de Revolutions.